Un día llegas a casa, te acuesta en la cama y te das cuenta que por primera vez te sientes aliviada, que no hay tristeza en el alma, no te sientes agobiada por no ser amada, o frustrada porque ya no te recibe nadie en casa, no sientes preocupación porque esos mensajes ya no llegan, o porque simplemente no tienes con quien ver una película. Un día llegas a casa y te das cuenta que estás salva, que eres libre y estás feliz contigo misma, llena de luz, sana y calmada, lista para ser amada una vez más, te das cuenta que estás construida y sólo le agradeces al pasado por las nuevas emociones que han llegado a tu vida y que por fin entiendes el orden de las cosas, ves que todo se acomoda y comprendes que siempre, siempre, siempre, algo mejor está por llegar. Amor, no sabes cuánto me dolió este adiós pero fue justo y necesario para los dos.